«LA MERITOCRACIA FUE ULTRAJADA» – COLUMNISTA MÉDICO HECTOR MILLÁN

Hace muchos años cuando fui niño, mi abuelo y mi madre me decían que todo se logra estudiando, que nada se lograba fácilmente, que hace muchos años atrás por los años 50 del siglo pasado, sí, podías ser algo con sólo saber leer o escribir, bastaba haber culminado la primaria, y para alguna jefatura con solo secundaria completa era suficiente, pero para finales de los 90, ya era necesario ser estudiante de universidad, y con bachiller mejor, así pasamos al nuevo siglo donde ser titulado era indispensable.

En los años 2000, la globalización, internet, Messenger, y demás obligó a ser competitivo, el simple título no era suficiente, y aquellos que no lograban ser universitarios eran excluidos, alejados de la posibilidad de un trabajo, más aún en un estado donde las plazas eran muy limitadas, y las empresas privadas eran más exigentes, por ello urgía la necesidad de estudiar, lograr un título, capacitarse y realizar cursos, a ello se complementó la creación de múltiples universidades en todo nuestro país, muchas con poco prestigio, otras que generaban su prestigio, pero aun así el objetivo de todos era ser mejor, estudiar y titularse para obtener trabajo y enrumbarse al éxito.

En tan corto tiempo desde la globalización se generó una lucha encarnizada por un puesto laboral, ya muchos eran profesionales, capacitados, pero no todos con competencias para el puesto de trabajo, ahí empezó el ultraje a la meritocracia, la gente comenzó a buscar padrinos, conocidos, familiares, amistades, etc, etc. Como el clásico ochentero conocido como “Dr. Chantada”, la competencia siempre tenía un ganador, no siempre aceptado pero al final con los requisitos mínimos, ahora eso ya pasó a la historia, más aun en los gobiernos regionales y municipales donde la pelea del puesto de trabajo es entre amigos, familiares, vecinos, hermanos y es usado por las organizaciones políticas, que genera en ellos dependencia laboral y de mano de obra barata para intereses partidarios.

Ahora en estos últimos 5 años el mérito que se decía que era necesario para llegar al éxito, con tu esfuerzo, con tu conocimiento, fue abandonado  por el binomio empleado-empleador, que se mezcló con las empresas políticas que llegan a ser gobierno, puesto que al ser parte de las campañas no como militantes con ideología y presencia de autocrítica, sino más bien como empleado de los dueños de estas organizaciones que son usados para ser mano de obra barata para que estos dueños tengan el poder y los dineros provenientes de los impuestos de las empresa privadas como parte del presupuesto nacional, ahí dejó de existir la meritocracia, ya no necesitas tener conocimiento ni menos exigirte en ser el mejor, basta con cargar una bandera, pintar paredes y tomarte la foto con el candidato o estar en el cierre de campaña para exigir tu puestito, peor si eso es para los cargos de alta jerarquía en el aparato estatal, con deficiencia y mediocridad para toma de decisiones, dejando personal calificado en mando medio o en tercera fila.

Ahora los padre sugieren a los hijos, a buscar el partido probable a ganar una elección y apoyar para lograr el tan ansiado éxito gracias al chantaje laboral, porque no sólo obtiene el puesto, sino que tiene que aportar un porcentaje de su salario al partido de gobierno, por eso ahora podré afirmar que antes se luchaba por la dignidad, ahora sobreviven gracias al clientelismo político. En nuestras manos está impedir que estos actos quiten el futuro de lucha y compromiso de nuestros hijos por ser mejores, sino logramos desterrar a esas organizaciones que ven en la oferta de empleo por militancia hipócrita en nuestra política peruana, seremos un país gobernado por la mediocridad.