¿Y DESPUÉS QUÉ VIENE? …PREGUNTA TODAVIA SIN RESPUESTA

Es evidente el creciente debate sobre la solución a la crisis política que nos asola, la que pasaría por la “renuncia, vacancia, suspensión por infracción constitucional del presidente, disminución del periodo y adelanto de elecciones generales”, propuestas que se vienen manejando y están dentro del marco constitucional.


Esas, ante la ausencia de consensos –a hoy- parecen de difícil alcance. En el Ejecutivo y el Legislativo, así maquillen su real intención con llamados a la unidad de un lado y presentación de iniciativas legislativas sin un mínimo de consenso del otro, lo evidente es que apuestan, sin rubor democrático, por mantenerse todo el periodo.
Sin embargo, la situación de ambos poderes es insostenible ante su clamorosa pérdida de legitimidad, lo que demanda una pronta transición que nos aleje del caos (recesión-inflación), para lo cual se necesita respuestas concretas respecto a: ¿…y después que viene? De optarse por alguna de las mencionadas.


En este contexto, aparecen iniciativas de la sociedad civil como “Coalición Ciudadana” y “Propuesta Ciudadana” que, preocupadas –dicen- sobre el presente y futuro del país buscan la propuesta eficaz en el objetivo de salvarlo de la crisis. Pero, hasta el momento, también, solo exhiben ausencia de propuestas concretas, diferentes a las ya conocidas.


Al margen de sus buenas intenciones, es evidente que están distanciadas entre ellas; lucen un talante anti partidos característico de los extremos mercantilista y colectivista, ambos -como vemos- totalitarios y corruptos; no hacen diferencia entre políticos y politiqueros, entre partidos con ideología y colectividades pragmáticas; es decir, usan el populismo de nuestra cultura política, metiendo a todos en un saco, esperando sacarle réditos al descontento. Parecen una versión de la anti política que no contribuye a construir una democracia de calidad.


Es obvio que coinciden con lo que venimos manifestando en varios artículos. Para cambiar, al margen del adelanto o no de elecciones, urge la reforma integral del sistema político-electoral, buscando la ética pública, la idoneidad de los partidos en la formación ideológica y de gestión de sus militantes. Eso no se consigue con posiciones anti partidistas, ni y con las generalizaciones. Lo real es que no hay democracia sin partidos; por tanto, fortalezcamos los que tenemos y que vengan más a la competencia política.


En tal sentido, teniendo en consideración que la falta de ética y la mercantilización de la política son causas irrefutables que nos han llevado a la crisis, es necesario que los colectivos actúen dentro de la ética y la transparencia; que sus acciones no escondan intereses de grupo o partidos que no quieren aparecer, pero esperan la oportunidad de salir; que tengan en cuenta que, pese a sus evidentes deficiencias y necesidad de limpiarse por dentro, los partidos mantienen nuestra todavía incipiente democracia y han puesto los mártires en la contención del terrorismo, por citar uno de otros factores que se desconocen. Esperamos, todos, en consenso, encontrar la salida.