ACTORES POLÍTICOS

La política actual nos ha mostrado lo negativo de sus actores, tenemos a ex presidentes encarcelados, otros con orden de captura con investigación, a ex congresistas con denuncias de plagio, con denuncias por falsificación de certificados de estudios y otros cuestionamientos, y a congresistas involucrados en narcotráfico y terrorismo; si bajamos a lo local, a ex alcaldes distritales con graves denuncias por coimas, a ex regidores provinciales con graves denuncias de peculado y favorecimiento ilícito en obras públicas; y a actuales autoridades que en casi tres años poco o nada han hecho por sus distritos es así que urge darle los giros necesarios a la política, involucrarse en un firme y real compromiso de respetar los órganos jurisdiccionales, velar por la libre participación en democracia y ser conscientes del respeto por la institucionalidad de poderes, dentro y fuera de los movimientos y partidos, así como de los administradores de justicia, fiscalizadores e intérpretes y autores de las reformas electorales.

De acuerdo a una larga tradición, el dominio de la acción política puede circunscribirse, sin temor a equivocarme, mediante dos líneas divisorias: el trabajo, a su carácter instrumental, taciturno y al automatismo que hace de él un proceso repetitivo y previsible, y el pensamiento puro, a su naturaleza solitaria y no manifiesta.

A diferencia del trabajo, la acción política interviene sobre las relaciones sociales y no sobre materiales naturales; modifica el contexto en el que se inscribe en vez de obstruirlo con objetos nuevos. A diferencia de la reflexión intelectual, la acción es pública, está sometida a la exterioridad, a la contingencia, al rumor de la multitud, es lo que nos enseña esa larga tradición, y que al mismo tiempo, es algo con lo que ya no podemos contar.

De acuerdo con el autor Paolo Virno, que señala: La virtuosidad, viéndolo desde el punto de vista político, podemos considerarla como la acción pública frente a la sociedad/pueblo en base a la acción del trabajo ético y responsable. Los actores políticos hoy en día parecen que han perdido la esencia del verdadero rol de representación en espacios donde la toma de decisiones, en democracia, es fundamental para lograr los objetivos macros y no los unipersonales, predominando en ellos la falta de ética, moral y real compromiso de trabajo.

Las primeras muestras del acto político nacen en la necesidad de revolucionar frente a la crisis de gobierno, local y nacional, ante las transgresiones que hoy nos muestran la falta de ética para actuar y ante el desgobierno que viven nuestros pueblos. Atentar contra la democracia no solo significa un gobierno autoritario, sino también ante el silencio cómplice de los integrantes/militantes de un partido/movimiento político y la ceguera e indiferencia que vive nuestro pueblo, la complicidad de los medios y el dinero que proviene de los grupos de poder y de otras fuentes nada lícitas.

Por cuanto, para lograr una mejor y mayor participación en democracia y libertad, es necesario formar y fortalecer a los ciudadanos con clara visión de lucha contra los estigmas y paradigmas que hoy marcan la agenda dentro de la política.

Una ciudadanía, donde los roles de poder no solo recaiga en grupos políticos organizados, sino en la sociedad civil en su conjunto, son la clave para lograr el empoderamiento y por ende darle un nuevo rostro a los movimiento y partidos, a la política y a las acciones políticas a favor del estado, involucre a cada sector del estado para crear ciudadanos con ética y moral.