¿Y EL MINISTRO/A DE EDUCACIÓN?

El pasado 25 de diciembre el MINEDU aprobó el documento normativo denominado Disposiciones para el retorno a la presencialidad y/o semipresencialidad así como para la prestación del servicio educativo para el año escolar 2022 en instituciones y programas educativos de la Educación Básica ubicadas en los ámbitos urbano y rural en el marco de la emergencia sanitaria por la COVID-19, norma que busca garantizar el retorno progresivo a las aulas luego de dos años de cierre a causa de lo que ya todos conocemos, Pandemia del Covid-19.

Asimismo, la viceministra de gestión pedagógica Nelly Palomino expresó la posición del MINEDU y advirtió a los padres de familia que “será de carácter obligatorio y NO negociable el retorno a clases presenciales en el 2022”. Situación que sin duda alguna ha puesto en jaque a grupos de padres de familia que se rehúsan a enviar a sus hijos a las aulas y otros grupos también de padres de familia que no permiten ser inmunizados y mucho menos que inmunicen a sus menores hijos, posición criticable por cuanto primero está la salud de los peruanos y la vacuna garantiza la disminución del riesgo en contagios y/o en el avance del contagio así como en la gravedad del virus en nuestros cuerpos.

Recordemos que luego de la censura al ex ministro Carlos Gallardo por parte del congreso y a la publicación de la renuncia a dicho cargo por parte del Profesor Castillo, HOY el MINEDU se encuentra sin dirección alguna, situación que ha sido materia de cuestionamientos por mostrar al país que para un Gobierno encabezado por un maestro la educación de un país esté al final de toda prioridad.

Por cuanto, debemos hacer un llamado desde la ciudadanía al Presidente a priorizar la educación en el Perú por ser la última actividad en reactivar que tiene pendiente; la necesidad de retornar a las aulas es fundamental para el desarrollo no solo cognitivo de nuestros estudiantes sino también físico y mental. Por tanto el perfil y sentido del próximo ministro o ministra de dicha cartera deben estar orientados a la innovación pedagógica al uso de las nuevas tecnologías de la información, sin descuidar las evaluaciones a los docentes para garantizar una educación pública de calidad.